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Acapulco

Alguna vez alguien vislumbró que esta zona del Pacífico podría convertirse en el centro vacacional más famoso del país. Su acelerado crecimiento y desarrollo turístico, que comenzó hace poco más de cincuenta años, no se debe solamente a su cercanía con la Ciudad de México, pues éste siempre fue un lugar prometedor: no importa si está despejado o nublado, si es de noche o llueve: el clima tropical de Acapulco invita a relajarse y divertirse en cualquier temporada. Además, la distribución de la playa y la increíble vista de la bahía -que mirada de lejos parece una enorme piscina- hacía más fácil imaginárselo como un paraíso.

Hoy en Acapulco nunca falta diversión. De día, el mar parece un parque de diversiones. Por encima de él ocurren todo tipo de actividades: bañistas que revolotean alegremente a la orilla de la playa, las motos acuáticas que cruzan de lado a lado rebotando sobre las olas, los botes inflables que llevan calmadamente a uno que otro paseante, el parachute sobre el que cuelga un personaje que parece volar como águila a varios metros sobre el mar, mirando debajo de él lanchas, kayaks, yates y, más al fondo, uno que otro crucero. De noche, la actividad se retira del mar y se concentra en la costera: restaurantes, bares y clubes nocturnos que con sus luces de colores iluminan la diversión y el gozo de las aglomeraciones… Éstas y otras singularidades hacen de Acapulco una de las playas más coloridas y contrastantes del mundo.