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Huatulco o los nueve senderos hacia el Nirvana

Son nueve bahías las que hay en Huatulco, Oaxaca. Nueve opciones de relajación, nueve opciones de puro amor.

Amor a uno mismo. Hay que chiquearse y aquí, en Huatulco, sobran las opciones para darse cariñitos. Uno decide cuál es el relajamiento que precisa o, si se es goloso, puede probarlos todos. El primer impacto que uno recibe aquí es el arrullo del silencio, la calma que antecede al contacto con una naturaleza virgen.

Amor a la naturaleza. Las Bahías de Huatulco abarcan una franja costera de 35 kilómetros. Son una suma de montañas, valles, laderas y arenas doradas. En medio de ellas hay una variedad de ecosistemas que generan los ríos Coyula, San Agustín y Copalita. Las cascadas y la mezcla de agua dulce con agua salada son comunes, así como la abundante fauna marina del lugar. La fauna en general puede apreciarse en la reserva forestal que administra el Gobierno Federal a través del Fondo Nacional al Turismo.

Aquí hay una selva baja espinosa, conocida científicamente como selva caducifolia, compuesta por especies como el tepguanje, el cazarate, los ficus, los mecianos y el colorín, los cuales cobijan a tlacuaches, armadillos, ocelotes, osos hormigueros, venados de cola blanca y zorrillos pigmentados. Si levantas la vista verás que en el cielo de Huatulco vuelan halcones, gavilanes, lechuzas, palomas, pelícanos, gaviotas, gorriones y colibríes.

Amor a la acción. Corales, buceo y pesca deportiva. En varias de las Bahías de Huatulco, como Cacaluta, La India, Chachacual, Riscalillo y San Agustín, se pueden realizar diferentes actividades: desde el buceo autónomo y libre, pesca deportiva, natación, motonáutica, esquí acuático, hasta paseos recreativos en lancha, recorridos por tierra y descensos en balsa por río.

Así se podrá conocer más de la vida que hay entre los corales y las aguas de Huatulco: ostión, langosta, camarón, delfín, tortuga, huachinango, almeja, caracol y ballenas. Aquí la vida es abundante porque los arrecifes de coral son los más grandes de la Costa Oeste de Norteamérica. Entre las cornisas y oquedades de las formaciones de coral puede uno encontrar tiburones gato y valientes tortugas que usan el arrecife como base de descanso en la difícil lucha por la supervivencia en mar abierto.

Amor a los paseos ondulantes. Hay un catamarán, bajo el mando de Luis Alberto Saínz y Eliezer Vargas, que garantiza un grato recorrido por todas las Bahías de Huatulco. Lleva el nombre de la bebida más célebre de México y te brindará vistas inolvidables, como la del “Bufadero”, una formación rocosa donde el mar se estrella a la manera de un géiser, o bien la “Cara de piedra” que está en la bahía del Órgano, cerca de la playa Cacaluta –donde se rodó Y tú mamá también–. Y hablando de delicias, el catamarán Tequila chiqueará tu paladar llevándote a una playa donde preparan una piña rellena de camarones, el filete a la hierba santa, los camarones en crema de cilantro y la langosta –cocinada con una receta secreta que siempre te hará pedir más y más y más–.

Amor al desorden de los sentidos. Este desorden es muy común aquí. Se deberá, tal vez, a que la temperatura media anual es de 28 grados centígrados, o porque los inviernos son bastante cálidos y hay un cielo despejado 258 días al año, o será acaso que el confort tiene también dos sedes que incrementarán tu sensibilidad:

Amor a la exclusividad y el lujo. El Hotel Las Brisas cuenta con cuatro playas exclusivas y 350 habitaciones de gran lujo. Tiene también 10 salones de convenciones con capacidad para 940 personas, canchas de tenis, restaurantes especializados en diferentes cocinas –como la italiana y la oaxaqueña–, en fin, todo el confort que desees lo encontrarás aquí. Suéñalo. Siéntelo. ¡Vívelo!

Amor a la más saludable relajación. Un gel de algas marinas en el Xquenda Huatulco Spa hará que te sientas otro. Te reconciliarás con tu piel y con la energía de tu cuerpo. Las masajistas te podrán ofrecer una amplia variedad de masajes, de los cuales hay nueve modalidades distintas, y siete faciales. Los tratamientos corporales pueden envolverte en una suave armadura de fango o de algas marinas. Tú eliges. Aunque la calidad del servicio te llenará de dudas sobre cuál debes elegir, te recomiendo el reiki, el cual se basa en la transmisión de energía a través de las manos. ¡Súper relajante!

Amor a la abundancia de sabores.
Mezcal, cecina, quesos, moles… ¡Mmmmm!, Oaxaca es un paraíso para el paladar y lo puedes confirmar si vas al restaurante La Probadita, ubicado en el pueblo de La Crucecita, donde podrás degustar desde diferentes tipos de mezcal hasta las cremas que se han comercializado en tiempos recientes y que tienen sabores muy peculiares: mango, fresa, coco y limón. Y, entre sorbo y sorbo, puedes elegir de botana chapulines, queso o tostaditas untadas de mole negro o rojo. La oferta gastronómica no termina ahí, porque también abarca diferentes tipos de chocolates, carnes, panes y las célebres tlayudas.

Amor a la preservación: Ecoturismo. Por su belleza natural y su singular ecosistema, las Bahías de Huatulco se han convertido en uno de los desarrollos turísticos donde se respeta al máximo el medio ambiente porque, como dicen por aquí, el reencuentro con uno mismo requiere de un paraíso y también porque el silencio es el preámbulo del deseo.

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